El porro que salvó al mundo

El porro que salvó al mundo 

Eran las 5 de la tarde, brisa ligera y se escucha a lo lejos la música de lo que parece ser un sonidero improvisado, se alcanza a distinguir “Llévame de Lizandro Meza” y a la gente disfrutar, bailar, sentir el cuerpo pegado al otro. Con cada paso que das, la música se escucha más fuerte, y tus pies sienten una prisa por bailar. Esto es ser libre, esto es vivir, o no vivir? Muchos dirán que vivir, es sentir la vida misma, y la vida misma para muchos no incluiría drogas, pero para otros sí, para ellos sí. 

Y es que después de 3 meses encerrados por un virus que golpeó al mundo de una manera inesperada, bailar y sentir al máximo es lo mejor por hacer, sin embargo, lo que muchos no sabían, es que en esta fiesta que parece carnaval, es donde siempre se encontró la cura a este gran problema, a esta gran crisis. Sí, eso que todos pasan y comparten, eso que te hace viajar y salir de lo cotidiano (o eso dicen ellos) la solución siempre estuvo, siempre estuvo bailando. 

“Corre que me mojo”

“Corre que me mojo”

“Corre que me mojo, corre que me mojo” Fue lo último que se escuchó en la colonia Praderas, cuando antes de que todo se llenara de agua, sufrimiento y destrozo.

Segundos antes, una madre con tres hijos envía al más pequeño al mar por un cubetazo de agua, “pa’ jalarle al baño” pero la costa estaba vacía, como si esto fuera una broma, o escena salida de una película, pensó. Pero no, éste sería el tsunami más grande visto en el continente africano en los últimos 50 años.

Koalicidio en Europa


Koalicidio en Europa

Nepal enfrenta incendios forestales cada año, pero puede que esta temporada se la más devastadora que el país haya visto jamás. Al menos 25 personas han perdido la vida, entre ellas varios bomberos voluntarios, miles de casa han sido engullidas por las llamas, millones de hectáreas han quedado calcinadas y se estima que cerca de 500 millones de animales han perdido la vida. 

El toreado fue otro…

El toreado fue otro…

Las corridas de toros son una de las principales atracciones de España y a la vez una de las más cuestionadas, no sólo por el daño y estrés que sufren los animales, sino por lo peligroso que resulta para los asistentes.

Este fin de semana un hombre de 32 años murió tras ser “casi decapitado” luego de que un toro lo embistiera por casi un minuto y medio. El hombre sufrió varias lesiones y de acuerdo a las autoridades, la causa de muerte puede haber sido la cornada que recibió en uno de sus muslos.

Mercadotecnia en tiempos de pandemia

La contingencia ha generado cambios en la manera de interacción de las personas impactando también en los hábitos de consumo

Como respuesta, tanto las grandes como las pequeñas empresas tienen que reestructurar su modelo de negocios para continuar generando ganancias. 

Andrea Quintanilla, gerente de marca de PepsiCo, compartió en el ciclo de conferencias de “Keeping up with the uncertainty”, algunas de las estrategias que han puesto en marcha las grandes compañías ante esta contingencia mundial.

Se requiere analizar nuevamente el mercado, innovar y buscar una fórmula para que la marca pueda seguir generando valor, explicó. “Es importante identificar y comunicar el punto de diferenciación sobre todo en un mundo globalizado”, expresó Quintanilla desde Chicago, su lugar de residencia.

De la mano con los cambios el propósito de marca se vuelve más recurrente, el cual se relaciona con la filosofía de la empresa. “Es necesario tener una voz auténtica con tus creencias, con lo que defiendes y por lo que luchas”, señaló Andrea, quien actualmente tiene a su cargo la marca de alimentos Quaker Hispanics.

Las buenas empresas, añadió, hacen promesas en los buenos tiempos y las cumplen y las mantienen en los malos.

Ciberdelincuencia en tiempos de pandemia

El ciberespacio le ofrece un terreno muy fértil al delito y permite que por su intermedio se puedan ejercer prácticamente todos los tipos imaginables de violencia. A través del ciberespacio los perpetradores individuales y los grupos de violencia organizada -como el crimen organizado, el extremismo violento o el terrorismo- ejercen la violencia interpersonal, el delito contra la propiedad y la manipulación de activos; realizan actividades de los mercados informales e ilícitos; espían a clientes o usuarios y a simples ciudadanos de a pie.

Ocurre que el ciberespacio ofrece dos grandes ventajas para estas actividades: brinda cierto grado de anonimidad y pueden ejercerse a distancia, incluso en una jurisdicción ajena (se pueden cometer delitos desde otro país o continente). Detectar el origen de un ciberataque o un ciberdelito no es fácil, puede ser sumamente costoso y demandar mucho tiempo, con lo que gran parte de estos delitos quedan impunes.

Para quienes viven del delito la pandemia y las normas de confinamiento han convertido al ciberespacio como un territorio a explorar como alternativa de actuación. Pero también la violencia, especialmente la violencia interpersonal y las agresiones sexuales en el ciberespacio, se ha disparado con el confinamiento obligatorio. 

Víctimas y perpetradores se han abocado a este único dominio que les quedó para “trabajar” sin salir de sus domicilios. Y lo han hecho intensamente: se han sumado en masa nuevos usuarios de los servicios que ofrece la red. Los niños y jóvenes estudian en red, las empresas trabajan en el ciberespacio, el comercio electrónico se quintuplicó..

Estos problemas de seguridad se pueden presentar aislados, combinados o en concurrencia y complementariedad con otros. Es imprescindible tomar conciencia de la importancia que tendrá la ciberseguridad en la post-pandemia. Según el FBI, los ciberdelitos se han cuadruplicado desde el inicio de la pandemia.

El efecto COVID-19 en la PYMES

Desde el pasado 23 de marzo el Presidente de la Asociación Latinoamericana de Micros, Pequeñas y Medianas Empresas (Alampyme) dijo a expansion.mx que 4.5 millones de mipymes estaban en incertidumbre, y que, a ese momento ya había pérdidas por 30,000 millones de pesos que podrían extenderse a 250,000 millones de pesos, dependiendo de cuándo realmente termine la emergencia sanitaria.

Un mes más tarde la Asociación de Emprendedores de México (ASEM) realizó una encuesta cuyos resultados son preocupantes. De entrada 77% de las mipymes podrían dejar de operar en menos de dos meses y 25% se verían forzadas a despedir personal; 57% de los microempresarios entrevistados expresaron que tendrían dificultad para pagar a sus empleados; 3 de cada 10 tendrá dificultad de pagar sus préstamos y créditos; un 40% estará en problemas para pagar impuestos; el 47% tendrá dificultades de cobranza a clientes, y el 87% de las empresas perderán ventas, clientes y aprobación de nuevos trabajos.

Para sobrevivir en el actual contexto de impactos causados por la pandemia del COVID-19, muchas empresas tienen que recurrir al uso intensivo de herramientas digitales para implementar el teletrabajo, realizar compras y ventas online, así como gestionar procesos de producción de forma remota.  Pero esto constituye un gran reto, en especial para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), segmento mayoritario del universo de firmas existentes y al cual le ha costado más subirse a la ola digital.

La digitalización, que antes parecía un “extra” para aumentar la productividad y las ganancias, hoy se ha vuelto un requisito para que las empresas sobrevivan.  En particular, las mipymes que comienzan a transitar por la ruta de la transformación digital necesitan dotarse muy rápidamente de una serie de elementos. Por un lado, necesitan conexiones de calidad y dispositivos tecnológicos (computadoras y servidores). Por otro, requieren soluciones digitales, incluyendo sistemas informáticos para ventas, marketing y gestión de clientes adaptados a sus necesidades específicas, soluciones reforzadas de ciberseguridad, y herramientas para potenciar sus oportunidades de negocio (plataforma de comercio electrónico, medios de pago digitales, etc.).

México, Trump economía y COVID-19: Una historia con final incierto.

Desde la producción de automóviles y tractores agrícolas, pasando por la fabricación de aviones de combate, y hasta en la operación de cajeros automáticos: la industria de México y Estados Unidos depende de lo que se fabrica en ambos países.

La maquinaria de intercambio en ambos lados de la frontera había avanzado bien aceitada desde la crisis económica de 2010 hasta toparse con un freno inesperado este año: la pandemia del nuevo coronavirus.

La emergencia sanitaria llevó al cierre de fábricas en ambos países para evitar la propagación del virus entre obreros, pero el avance de la pandemia supuso un punto de inflexión al comercio que el año pasado se cifró en US$670.000 millones, según el Departamento de Comercio de EE.UU..

Un tercio de ese monto corresponde a la producción de manufactura, vehículos y bienes de consumo, los cuales están ahora paralizados en México y de los cuales depende la industria en EE.UU. Sin los insumos y la fabricación hecha en México, la industria estadounidense está en serias dificultades. Un ejemplo es la planta de la firma estadounidense Honeywell, en Ciudad Juárez, México, la cual realiza trabajos de manufactura para empresas de EE.UU., entre ellos la fabricación de alarmas contra incendios. El CEO de Honeywell, Darius Adamczyk, fue uno de los más de 350 firmantes de una carta para el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador que pide la designación de decenas de fábricas y plantas industriales como “esenciales” y que sigan operando.

Pero a las afueras de una planta de Honeywell en Ciudad Juárez, empleados protestaban la semana pasada con carteles que decían que las alarmas no son esenciales y que las vidas sí lo son, ante los riesgos de contagios de covid-19.

“El gerente dijo que somos trabajadores esenciales. No creo que una alarma sea esencial”, dijo uno de los trabajadores a la prensa en la protesta.

Diferencias de criterio

El qué consideran los gobiernos de EE.UU. y México como industrias con “actividades esenciales”engloba la mayor parte del problema, tanto de protección sanitaria como de reactivación económica. Mientras que en EE.UU. varios sectores industriales, como los manufactureros, tienen el beneficio de seguir operando al ser considerados primordiales (aún y con los riesgos sanitarios que plantea), en México no es así.

Firmas tan diversas como constructoras, de fabricación de trenes, de herramientas para la agroindustria, de electrónicos, y hasta de productos médicos, entre otras, han pedido a México que reabra las plantas que los suplen. También en el sector militar de EE.UU. hay dificultades para obtener suministros producidos en el país vecino, dijo la subsecretaria Ellen M. Lord desde el Pentágono. 

“México en este momento es algo problemático para nosotros“, expresó Lord al referirse a las dificultades para obtener insumos para la producción de la flota aérea de EE.UU. “Las fábricas en ambos lados de la frontera tienen que estar trabajando para que esto funcione”, dice a BBC Mundo Melissa Floca, del Centro de Estudios estadounidenses-mexicanos de la Universidad de California en San Diego.

La analista avizora problemas de producción en EE.UU. y de empleo en México si esto no es bien resuelto.

Momentos diferentes

Estados Unidos es el país más golpeado por el nuevo coronavirus, causante del covid-19. 

Además de lidiar con la cuestión sanitaria, el presidente Donald Trump ha insistido en que una de sus prioridades es reactivar la economía, lo que incluye la reapertura de industrias. Y quiere hacerlo pronto.

En cambio, México recién entró en su fase 3 de la pandemia, la cual prevé un aumento acelerado de casos y muertescon más de 11.000 contagios y 1.000 fallecimientos. La situación llevó al presidente López Obrador a ordenar el 20 de abril la reducción de actividades, incluidas las de producción industrial. Las diferencias de tiempos en el avance de la enfermedad son un factor que tiene de momento bloqueado un acuerdo para reabrir el sector industrial, dice el mandatario.

“La epidemia de coronavirus en Estados Unidos desgraciadamente les está afectando mucho, y nosotros también tenemos nuestra política sanitaria”, señaló al justificar la no reapertura de la industria en este momento. Y a ello se suma lo que cada país entiende por “actividad esencial”.

La Agencia de Seguridad de Ciberseguridad e Infraestructura de EE.UU. ha definido a las empresas de manufactura entre los sectores vitales de la industria, lo que garantiza su continua operación.

En México no es el caso. El decreto emitido por el gobierno el 30 de marzo incluye a industrias como la alimentaria o la energética, entre otras, pero no las de producción de bienes o la manufactura.

La negativa de López Obrador a reabrir en este momento la industria vino en respuesta a un cabildeo empresarial y diplomático que pide al gobierno mexicano homologar lo que se considera actividades esenciales.

Nerviosismo

Cerca de 350 miembros de la Asociación Nacional de Manufactureros de EE.UU., entre ellos Honeywell, enviaron una carta a López Obrador para pedir la reapertura de plantas industriales y fábricas. “Estamos profundamente preocupados por los decretos de emergencia de salud (…) que han resultado en cierres forzosos o en la amenaza para las instalaciones de fabricación esenciales de nuestras compañías, así como las de nuestros proveedores”, dice el documento obtenido por BBC Mundo.

Esto, añaden, “pone en peligro nuestra capacidad de entregar suministros críticos y elementos esenciales diarios a los ciudadanos de México y América del Norte”, resaltando que el problema también implica a Canadá. Desde México, en la Confederación de Cámaras Industriales también hay llamados similares a homologar los sectores que son esenciales, pues industrias como la automotriz, la aeroespacial o la electrónica corren riesgo de perder contratos y clientes.

“Solo para dimensionar: estamos hablando de US$36.000 millones mensuales de exportación de la manufactura”, dijo el directivo de Concamin Eduardo Solís a la prensa local. Las industrias ligadas a cadenas globales son las que “están sufriendo, porque no son esenciales: su caída es del 100%” de producción, dijo Solís. A nivel político, el embajador de EE.UU. en México, Christopher Landau, ha tomado el tema como una de sus prioridades.

Definir algo como esencial es complicado, explica Melissa Floca, del Centro de Estudios estadounidenses-mexicanos de la Universidad de California en San Diego. “¿Necesitamos poner a las personas en riesgo para hacer malvaviscos en este momento? Probablemente no. Pero en la práctica, es difícil mantener el funcionamiento de la cadena de suministro sin abrir todo el sector“, dice. 

“Si una fábrica hace semiconductores, ¿se utilizarán todos esos semiconductores en dispositivos médicos críticos?”, se pregunta. El reto entonces es grande.

El peso de la economía

La mitad del comercio entre Estados Unidos y México es la cadena de suministro (bienes intermedios), no los productos finales. explica Floca. “Hay productos finales que son claramente esenciales, como alimentos y suministros médicos. Y hay productos intermedios que también deben ser producidos para crear esos productos finales”, señala la analista de la Universidad de San Diego.

El reto es saber qué productos específicos en las fábricas son realmente esenciales.

Datos del Buró de Análisis Económico del gobierno de EE.UU. dan idea de qué tanto está en juego. En el sector de los suministros y materiales industriales, México exportó a su vecino un monto de US$38.255 millones en 2019, casi la mitad de lo que todos los demás países del continente enviaron. Pero el sector más importante es el que engloba el automotriz, partes y maquinaria, con un valor de US$138.683 millones el año pasado. 

Además, otros bienes de consumo -sin considerar el automotriz y el de alimentos- alcanzaron los US$39.580 millones.

La suma de esos tres sectores representa un valor de más de US$215.000 millones. Pero también desde el sector militar de EE.UU. ya ven problemas, dijo la subsecretaria Ellen M. Lord: “Estamos viendo impactos en la base industrial por varios focos de cierre a nivel internacional”. “Particularmente notable es México, donde tenemos un grupo de empresas que están afectando a muchos de nuestros principales sectores. (…) Estas compañías son especialmente importantes para la producción de fuselajes para la aviación de EE.UU.”, advirtió.

Las proyecciones indican que la economía sufrirá un embate casi en cualquier país por la pandemia de coronavirus, pero la dependencia económica entre México y EE.UU. puede arrastrar a ambos países. 

“Nos necesitamos mutuamente”, reconoció el presidente López Obrador, pero advirtió que por el momento de la pandemia que vive México aún no se podía llegar a un acuerdo de reapertura. “Nosotros nos hemos comprometido, sobre todo con los empresarios nacionales, a analizar estas aperturas para poco a poco ir regresando a la normalidad productiva en la frontera”, añadió.

Para Floca, en el corto plazo “probablemente será difícil” para las fábricas de EE.UU. encontrar reemplazo para los productos que obtienen de México si hay un cierre prolongado en ese país. “Esto afectará a las ciudades y regiones de manera muy diferente porque diferentes lugares tienen relaciones comerciales muy diferentes con México”, añade.

Para México, esto tiene un potencial de desencadenar el desempleo. “La economía de México se verá más afectada en un sentido relativo en términos de empleo en lugares con una alta concentración de mano de obra, como las ciudades a lo largo de la frontera”, advierte.

Crisis en México: Muchas dudas, pocas respuestas

La crisis global afecta a México más que a cualquier otro país de América Latina debido a su extrema dependencia de Estados Unidos. Las inversiones y las exportaciones disminuyen, lo que golpea a los estados del norte, y las remesas bajan, lo que afecta a los sectores más pobres del sur del país. En este contexto, la reacción del gobierno ha sido ambigua: aunque se anunciaron varios planes, muchos de ellos, como el de infraestructura, pudieron ejecutarse solo parcialmente, debido a problemas burocráticos y de implementación. El reportaje sostiene que, más allá de esta dura coyuntura, México arrastra algunos problemas estructurales, como una baja carga tributaria o una excesiva dependencia de los ingresos petroleros, que si no se enfrentan difícilmente contribuyan a alcanzar un desarrollo de largo plazo.

Debido a su extrema dependencia respecto a Estados Unidos, la crisis global golpea con más fuerza a México que a otros países en desarrollo. De hecho, México atraviesa la peor recesión de los últimos 15 años. A diferencia de la «crisis del tequila» de 1994, esta vez el sector financiero no se ha visto afectado. La crisis actual asume la forma de una crisis económica con consecuencias sociales muy negativas. El retroceso en las exportaciones, en la actividad industrial y en la productividad se manifiesta en todas las relaciones laborales: en el mercado de trabajo formal e informal, en los puestos poco calificados y en los altamente calificados. Se ha registrado un drástico aumento del desempleo, el empleo informal y el subempleo. El principal «seguro social» privado de México –las remesas desde EEUU– sufre el mayor descenso desde que comenzaron a realizarse las estadísticas en los años 90. Debido a la ausencia de una red de contención estatal eficiente, a la reducción de los ingresos y al aumento en el precio de los alimentos, la contracción afecta especialmente a los sectores más pobres, los trabajadores de bajas remuneraciones y las capas medias. Por eso, incluso si la economía se reactiva rápidamente, la crisis seguirá sintiéndose durante varios años.

Hasta ahora, la respuesta oficial ha sido vacilante. La mayoría de las medidas anticíclicas anunciadas aún no se han concretado. No se observa una estrategia de desarrollo a largo plazo que complemente las políticas orientadas a calmar las consecuencias más inmediatas y enfrentar las secuelas sociales más directas de la recesión. En lugar de adoptar una estrategia integral de estabilización, el gobierno presentó un plan limitado. Esto contrasta con sus acciones en otras áreas. Aunque viene implementando desde hace tres años una dura política contra el creciente poder del narcotráfico, y aunque tras la incertidumbre inicial también logró reaccionar de manera enérgica frente al brote de «gripe porcina», el plan de recuperación económica es sorprendentemente limitado.

Los impactos de la crisis

Los efectos de la crisis son claros. En el primer trimestre de 2009, el PIB disminuyó 8,2% en comparación con el mismo periodo del año anterior. La Secretaría de Hacienda estima que la economía caerá 5,5% en 2009. Otras fuentes indican caídas aún peores: 6% según la revista The Economist, 7% de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 7,7% según la Consultora Ecanal y hasta 8% de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). México constituye, por lejos, el país latinoamericano más afectado en términos de caída del PIB. Una economía de tamaño similar, como la de Brasil, sufrirá una disminución de apenas 0,8%, mientras que en el caso de Argentina se estima incluso un crecimiento de 1,5%.

La crisis afecta particularmente al sector exportador, ya que 85% de las exportaciones mexicanas se dirige a EEUU y al sector productivo. Las cifras son elocuentes. En el primer trimestre de 2009, la producción industrial disminuyó 18%. El sector más afectado fue el automotor, fundamental para la economía mexicana, que en abril de 2009 registró una caída de 42% con respecto al mismo mes del año anterior. Pero también en otros sectores se derrumbó la producción: comercio y servicios, -9,3%; construcción, -9,1%; electricidad, -4,5%. En cuanto a las exportaciones, en los dos primeros trimestres de 2009 entraron en caída libre: manufacturas, -25,2%; minería y gas, -31,9%; petróleo, -57,7%. Solamente los productos agrícolas registraron un ligero aumento de 0,4% durante el mismo periodo.

Teniendo en cuenta estos datos, hay que señalar que la crisis afecta de manera diferente a las distintas zonas del país: mientras el aumento del desempleo golpea con más dureza en el norte, los estados pobres del sudeste, como Chiapas, Campeche y Tabasco, padecen especialmente la disminución de las remesas. Los efectos se sienten también en la moneda. Tras devaluarse 50% entre octubre de 2008 (10 a 1 respecto al dólar estadounidense) y marzo de 2009 (15 a 1 respecto al dólar), el peso mexicano se ha estabilizado. En octubre de 2008, en solo cinco días, perdió 14% de su valor. El gobierno intervino con compras para sostenerlo y logró un freno transitorio. A comienzos de 2009, sin embargo, la devaluación prosiguió. Para que volviera la calma fue necesario que el Banco Central anunciara que estaba dispuesto a vender dólares de sus reservas y obtener un crédito del Fondo Monetario Internacional (FMI) para garantizar la estabilidad. Así, entre el 9 de marzo y el 8 de junio de 2009, el gobierno vendió 100 millones de dólares por día. Después de la Cumbre del G-20 de abril de 2009, México se convirtió en el primer país en obtener la aprobación del FMI y acceder a 47.000 millones de dólares en el marco de la denominada «Línea de Crédito Flexible». No obstante, México también debió recurrir a un intercambio de divisas por 30.000 millones de dólares con la Reserva Federal de EEUU para incrementar las reservas del Banco Central. Hacia mediados de 2009, el tipo de cambio se situaba en una relación de 13 a 1 respecto al dólar.

Desde hace años, el poder adquisitivo de los trabajadores mexicanos sufre un gradual deterioro. Tras la crisis de 1994 y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el salario real no ha logrado recuperarse. El fuerte incremento de los precios registrado a partir de los 90 no se vio acompañado por un aumento en igual medida de los salarios. El elevado precio de los alimentos incide especialmente en la inflación: en el primer semestre de 2009 aumentaron 3,02%, mientras que la inflación general fue de 1,28%.

La reacción del gobierno

La recesión actual exige adoptar un plan comprometido y audaz para reactivar la economía. Pero también es necesario resolver problemas estructurales. Antes del estallido de la crisis, México ya registraba bajas tasas de crecimiento. Para reducir la deuda externa y mantener controlada la inflación, el país tuvo que conformarse con un escaso crecimiento en los años anteriores. Por eso, pese a su tamaño y su atractivo para las inversiones, México se ubicó entre los países latinoamericanos de menor crecimiento: apenas 2,5% en 2008 según la Cepal. Este dato resulta aún más notable si se tiene en cuenta que otros países emergentes, como China y Brasil, registraron tasas de crecimiento muy superiores antes del estallido de la crisis. Históricamente, la comparación también es desfavorable: el ritmo de crecimiento de México desde el año 2000 equivalió a un tercio del promedio de los 70.

Hasta el momento, el gobierno de Felipe Calderón solo ha podido desarrollar una estrategia de reactivación económica muy limitada. En octubre del año pasado, el gobierno consideró que México no se vería alcanzado por los efectos de la crisis financiera. El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, afirmó que el país estaba «blindado». Mientras aumentaban los temores de la población por su futuro, la estabilidad de su trabajo y la inflación, el gobierno, con mirada economicista, insistió, al igual que la agencia calificadora Moody’s, en confirmar la estabilidad de la economía mexicana. Poco después, el gobierno anunció diplomáticamente que todos aquellos que retornaran de EEUU serían bienvenidos, lo que sonó como una broma para los mexicanos que desde hace años buscan desesperados un trabajo bien remunerado. Sin embargo, a comienzos de 2009 la preocupación reemplazó el optimismo inicial. El Secretario de Hacienda declaró: “La economía se encuentra en un profundo hoyo”.

El congelamiento del precio de la gasolina y la reducción del valor del gas en un 10% representan una importante ayuda para las familias mexicanas, en tanto que la baja de las tarifas eléctricas incide significativamente en la economía. Sin embargo, los alcances de estas medidas son relativos, ya que un año antes se había incrementado el precio del gas (10,7%), de la gasolina (5,5%) y de las tarifas eléctricas (15,5%). El programa de infraestructura anunciado no ha podido aplicarse en muchos ámbitos. Esto se explica, en primer lugar, por las reiteradas suspensiones o postergaciones de las licitaciones públicas en distintas regiones del país (por ejemplo, los puertos comerciales que iban a construirse en la costa del Pacífico o las autopistas en el Noroeste). Otras medidas no pudieron ejecutarse debido a obstáculos institucionales o legales. A comienzos de año, cuando el sector de la construcción sufrió la mayor caída y la ayuda del Estado era especialmente necesaria, el programa de infraestructura no logró desempeñar un papel relevante, como consecuencia de las postergaciones y los sucesivos problemas de implementación. De acuerdo con una encuesta realizada por la consultoría KPMG, 77% de los empresarios opinó que las medidas anticíclicas no eran suficientes para reactivar la economía.

Problemas estructurales de la economía mexicana

Las actuales estructuras económicas y financieras son, en gran medida, el resultado del intenso proceso de reformas liberales iniciado en los años 80. Tras la crisis de 1982, el esquema de sustitución de importaciones con un papel activo del Estado fue reemplazado por una política de liberalización cuyo objetivo era convertir las exportaciones y la inversión privada en el principal motor del crecimiento. Desde entonces, todos los presidentes eliminaron subvenciones, privatizaron empresas estatales, redujeron la intervención del Estado y liberalizaron el comercio. La entrada en vigor del TLCAN en 1994 es el gran símbolo de esta estrategia exportadora. Aunque se produjeron importantes cambios políticos, los dos gobiernos del PAN posteriores a la era del PRI profundizaron los grandes trazos de esta política.

Pero el modelo exportador no solo ha fracasado por los bajos índices de crecimiento logrados o por el saldo en términos de desigualdad. También produjo efectos directos o indirectos negativos, como un desarrollo geográfico muy desigual, una escasa carga impositiva y bajas inversiones para la modernización y el desarrollo de sectores económicos estratégicos.

Un aspecto central de la economía que es necesario subrayar es el de la industria exportadora, cuya caída no puede atribuirse solo a la recesión de EEUU. No se trata, en efecto, de un problema coyuntural. Desde comienzos del nuevo milenio, la industria mexicana sufre una crisis de competitividad cuyo tratamiento ha sido inadecuado o inexistente. En lugar de promover inversiones para lograr un crecimiento de largo plazo con mayor incorporación de tecnología, innovación e integración de procesos, predominaron las estrategias de corto plazo y la transferencia de ganancias al exterior. Solo en el sector productivo se perdieron aproximadamente un millón de puestos de trabajo en los últimos diez años, frente a un Estado que no ha elaborado diagnósticos ni propuestas concretas. Según el Informe de Competitividad Global que publica anualmente el Foro Económico Mundial, México ha caído 18 puestos (del 42 al 60) en el ranking de competitividad desde 2001.

Conclusiones

Si los efectos económicos y sociales de la crisis no se controlan de forma rápida y sostenida, el riesgo de inestabilidad social crecerá. La capacidad de maniobra del gobierno, que ya en el anterior periodo legislativo estaba restringida por la relación de fuerzas en el Congreso y las reñidas elecciones presidenciales de 2006, es ahora aún menor, como resultado del incremento del peso parlamentario del PRI. La posibilidad de que la economía de EEUU se recupere más rápido de lo previsto, ya hacia 2010, no necesariamente supone un comportamiento similar de la economía mexicana. Si el boom del mercado estadounidense en los 90 y los primeros años del nuevo siglo no produjo un alto crecimiento en México, las perspectivas son ahora menos positivas.

Al mismo tiempo, la migración disminuirá si no existe la esperanza de conseguir un puesto de trabajo en EEUU. De hecho, ya en la segunda mitad de 2008 la cantidad de personas que emigró se redujo 50% respecto al mismo periodo del año anterior. Esto implica que habrá, en México, una mayor competencia por menos puestos de trabajo, junto con una pérdida de ingresos y de remesas. Los países que cuentan con una sólida red de seguridad social pueden ofrecer un mínimo de estabilidad a sus habitantes. Pero en México el panorama es complejo. Desde el punto de vista financiero, los encargados de la toma de decisiones han registrado la crisis anterior y han reaccionado de otra manera. Sin embargo, los aprendizajes en materia de mercado laboral y política social parecen menos importantes. Hoy, al igual que en 1994, no existe una protección adecuada para los trabajadores ni un seguro de desempleo. Cínicamente, algunos observadores afirman que la migración y las remesas representan la verdadera red de contención social. Debido a los pronósticos negativos en ambos frentes, con una dramática lucha contra el narcotráfico y la falta de disposición para adoptar cambios estructurales como telón de fondo, México podría enfrentar en el futuro cercano nuevos problemas sociales, que amenazan los débiles pilares de su democracia.

Voy tarde-Narrativa

El sonido del motor luchando por calentarse en el penetrante frío de la mañana es opacado por la visión obstruida con la que el parabrisas escarchado me dice “Buenos Días”, y no tan buenos porque una vez más todo estaba bien; la alarma sonó a tiempo y como es costumbré no fue hasta mi segunda taza de café que mi sentido de conciencia regresó, listo, estoy despierto. Entre el baño, las noticias, decir buenos días a mi novia y contestar los e-mails mañaneros que cada vez parecen más eternos, sin darme cuenta quedan 10 minutos para llegar a clase. No es cualquier clase, es mi clase de narrativas, no sé qué me gusta menos; si levantarme a las cinco de la mañana o llegar a oler ese aliento que me regresa a mi cama con una mente llena de pesadillas. Voy tarde.
Pasan minutos, el motor calentó y los parabrisas hicieron su mayor esfuerzo por quitar el escarchado. Tengo que arreglar ese ruido, lleva dos semanas así, está bien, lo haré el jueves, por ahora solo quiero llegar, lo demás pasa a segundo plano. Llega el primer alto, siempre me tocan altos, por primera vez en la mañana tengo tiempo de asimilar el frío de esta apresurada mañana a través del frío de mis dedos sobre el volante. Luz verde, pie en clutch, entra primera, vámonos. 
El camino parece fluir, cómo si por fin la mañana estuviera de mi lado, no hay tráfico y la estampa sobre los faros de la ruta frente a mi de “Memelas Lucy” me distrae del hecho de que casi me chocan, todo va bien. El vigilante de la facultad parece estar teniendo una mañana del estilo, responde a mi saludo con un ligero movimiento de boca. 
Llego corriendo al salón, en efecto ese aliento mañanero me ve, se acerca y me dice “llegas tarde”, cómo si yo no lo supiera. 

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